Tres grandes Escritores - 1º entrega : Julio Cortázar



¿Pensaste en conocer a dos o tres grandes escritores que te volaran la cabeza?

No, te estoy dando mucho crédito: vos nunca pensaste.

Pero bueno, alguien debe haberlo hecho por vos y por mí, y por nosotros.

No importa mucho quien es ese alguien que pensó pero creo que, al igual que yo, puso tres nombres en la delantera de aquel equipo, soberbio equipo, injusto como todo seleccionado (en el cual muchas veces lo potencialmente superior queda afuera por culpa de la inexperiencia, la tradición de viejos héroes que debemos seguir respetando o simplemente porque no hay nada mejor que lo que consideramos mejor).

Elijo el tres porque es un número injusto, impar, feo pero valiosísimo, sino vean acá.

Bien, esta trilogía de autores no es casual ni azarosa, sino necesaria y caprichosa. Ellos me han enseñado mucho, son los que mas han marcado mi forma de ver el mundo, escribir y la Historia de la Literatura del Siglo XX. Serán tres entregas que apareceran en este espacio de forma anacrónica.

Los presento en orden de ¿importancia?: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Charles Bukowsky (en realidad estoy mintiendo, porque debería poner a Roberto Bolaño en vez de Cortázar, Sabina en vez de Buk. y a Rodolfo Walsh en vez de Borges, pero ya lo advertí , toda selección es mentirosa, hoy se me dio por elegir (mentir) a estos).

Fue una elección ecléctica, desmesurada e histérica pero considero que hay algo que los une: los tres escriben bien.

El genial Cortazar, que en ráfagas de psicodelia sesentosa nos ha demostrado las imágenes mas extrañas de la manera más hermosa, y encima haciéndolas pasar por vulgares y rutinarias acciones, actitudes, hechos o cosas.

Entro a Cortazar culpa de un libro que alguien se había olvidado en mi casa (aunque tiempo después supe que ya había entrado muchísimo tiempo atrás en mi vida, de manera inesperada, en la escuela primaria), era una edición de clarín con Santillana: “Historias de Cronopios y famas / Un tal Lucas”. Cuando lo empecé a leer no podía creer cuanta irracionalidad desbordaban sus paginas, me volvía loco, ese tipo era un Punk, definitivamente, pero terrible (claro eso pensé hasta que leí amor 77 y supe que mas que punk era un hippie de mierda) y honesto. No podía dormir por las noches con mi nuevo descubrimiento, sus páginas fueron devoradas de la manera más dañina y salvaje posible, era un frenesí de literatura. Entre esos dos libros que se juntaban en un solo tomo había varios años de diferencia (el primero escrito en 1962 y el segundo en 1979) y sin embargo las transformaciones que Cortazar experimento en el plano Ético y político de su vida en (justamente) ese periodo no se trasladaban a su estética siempre pulida y precisa (aunque si cambiaron sus intereses).

Creo que el placer que sentía al leer las historias de esos cronopios y los demás personajes funestos , chistosos, tontos y surrealistas que completaban el libro no lo volví a sentir en toda mi adolescencia. Aunque, debo admitir, ese es el problema fundamental de la literatura de Cortázar (y de los Rusos también, me atrevo a decir): que después de determinada edad, calculo que a los 25 o antes, sus textos ya no producen lo mismo, son mas densos, cansan al lector; puesto que el lector ha madurado y ya no es tan fácil sorprenderlo con, por ejemplo, un oso que recorre las cañerías de tu edificio sacando la patita por la canilla.

Cortazar es un buen poeta, un novelista admirable y un excelente cuentista. Yo considero, aun sin haber leído más que de una forma Rayuela, que la novelística de Cortazar es absolutamente inferior a sus cuentos (aunque superior a sus poemas). Esto no es infundado, sus cuentos tienen ese “clic” que nos hace dar vuelta la cabeza luego de haberlos leídos, tanto los cortos como los largos. Y sus poemas son lindos, desvariados, infantiles, surreales, pero no del todo convincentes.

Luego las lecturas mas sorprendentes, esos cuentos a los que volvemos (y volveremos sin importar la edad) siempre: Casa Tomada, Continuidad de los Parques, El Perseguidor y otros por demás geniales (Juan agregaría “Las babas del diablo” por ejemplo).

Pero Julio me enseño a ver lo mágico del mundo en detalles inverosímiles, a encarar como una aventura toda acción humana, desde tomar un café a ponerse un pulóver, en esos instantes cualquier cosa es posible. Luego a lo largo de los días vividos, caemos en la cuenta de que el mundo tiene un gran realismo “mágico” que se encuentra constantemente en la nimiedad de las cosas y no es una metáfora, sino una realidad que nos dio a conocer un tal Julio, un día cualquiera no es cualquier día.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al fin.

Lindo Julio, aunque me pese mi padre al recodarlo.


Podría haber sido más Cleto igual... le falta algo Cleto, sí.

Anónimo dijo...

En mi humilde opinión la enfermedad te alteró el cerebro y la ideología: Cortázar lo lees desde que sos pequeño -con pulover peruano- hasta mayor -con pantuflas.
Acuerdo con vos en que lo mejor son los cuentos, pero Rayuela es una obra mágica.
Mi favorito: "El perseguidor y otros cuentos" con jazz, humo de habanos, mujeres tristes y hombres que pierden...siempre pierden.
Felicitaciones a Srita. y Cleto por el blog, a los otros dos no los conozco pero ya habrá oportunidad de leerlos.
Slds, Miriam